Durante la carrera de Fisioterapia me di cuenta de que algo no encajaba: la formación estaba muy enfocada a la terapia manual, y yo quería aprender a aplicar el ejercicio físico en pacientes lesionados y con dolor.

Como en la universidad no encontraba lo que buscaba, empecé a estudiar por mi cuenta y a compartir lo que aprendía en un blog. Eso me mantenía motivado y me ayudaba a profundizar. En 2017 abrí mi cuenta de Instagram y… cómo pasa el tiempo. Hoy somos miles de fisioterapeutas conectados, y la comunidad ha crecido hasta llegar a otras plataformas como Telegram, donde cada semana comparto contenido de alto valor para quienes quieren ir más allá.

He impartido formaciones tradicionales —desde cursos privados a másteres universitarios—, siempre con el objetivo de individualizar lo máximo posible. Pero con 20, 30 o incluso 40 alumnos en clase, esa personalización es casi imposible.

A día de hoy, sigo pasando consulta, trabajando con deportistas con dolor crónico, a quienes atiendo en formato híbrido (presencial + online) o 100% online. Además, formo parte de proyectos como Salunox y la Academia Fisioterapeutas Online, desde donde seguimos impulsando la formación y el aprendizaje de calidad en el sector.