La hernia lumbar es uno de los diagnósticos más temidos cuando se acude a consulta médica con dolor lumbar. Sin embargo, en gran cantidad de casos las pacientes desconocen cuáles son las características de la hernia discal y cómo ello influye sobre su evolución. En esta entrada te explicamos qué tipo de hernias discales existen, cuáles son sus características y evolución, así como las opciones de tratamiento disponibles.
¿Qué tipos de hernias discales existen?
El término hernia engloba varios grados (de menor a mayor gravedad): bulto lumbar, protusión lumbar, extrusión lumbar y secuestro. El tipo de hernia será relevante en cuanto a la clínica y el pronóstico de la misma. Más adelante hablaremos cómo el tipo de hernia influye en la probabilidad de reabsorción y curación espontánea.
¿Se pueden reabsorber las hernias discales?
Ante esto, es crucial conocer los factores predisponentes a la reabsorción o no reabsorción de la hernia. La decisión clínica debe de ser tomada en función de:
- Tipo de hernia: a mayor gravedad, mayor probabilidad de regresión. Las hernias que tengan extrusión o secuestro discal van a ser las más dañinas, debido a la respuesta inflamatoria y la exposición del contenido herniado a la circulación sistémica. A pesar de ello, estas son las que tienen un mejor pronóstico de resolución sin tratamiento quirúrgico. Sin embargo, debemos asegurarnos de que no hay un riesgo de daño neurológico grave, una vez está descartado, el tratamiento no quirúrgico será seguro y efectivo.
- Tamaño de la hernia: El porcentaje de ocupación del canal raquídeo no determina el éxito del tratamiento no quirúrgico con respecto al quirúrgico (artículo).
- Composición de la hernia: Aquellas hernias cuyo contenido es principalmente núcleo pulposo tienen un mejor pronóstico de reabsorción por el contenido acuoso y la conectividad del mismo, que facilita la reabsorción del contenido intervertebral (artículo).
¿Qué tratamientos hay para pacientes con hernia discal?
Dentro de las modalidades de tratamiento, tenemos dos opciones: la quirúrgica y la conservadora. La opción quirúrgica ha mostrado ser efectiva en cuanto a la reducción de los síntomas de forma precoz, pero en el largo plazo ambas modalidades pueden ser igual de efectivas (artículo). En la toma de decisiones se debe de tener en cuenta la posibilidad del fenómeno de reabsorción, es decir, de resolución de la hernia con una mejoría significativa de los síntomas.
Teniendo esto en cuenta, la decisión sería fácil, aquellos que no tengan un compromiso grave con la hernia deberían optar por el tratamiento conservador pues este supone un menor riesgo que la cirugía. Sin embargo, a día de hoy sabemos que existen muchos factores pronósticos que se deben de barajar a la hora de tomar esta decisión, iremos hablando de los más relevantes a lo largo de la entrada.
La modalidad conservadora al igual que la quirúrgica, ya ha demostrado su viabilidad ampliamente. El ratio de reabsorción en un metanálisis reciente estaba entre el 62 y el 66% en 38 estudios de los últimos 30 años. Teniendo en cuenta estos resultados. Las guías de práctica clínica sugieren que como la historia natural del disco tiende a la reabsorción, la opción conservadora puede ser costo-efectiva y con un ratio riesgo-beneficio superior a la quirúrgica. Estos resultados son alentadores para aquellos que sufren una hernia lumbar, sin embargo, no todos los casos se reabsorben.
¿En qué casos se suele recomendar la cirugía?
Además de conocer los factores pronósticos positivos, es conveniente conocer aquellas variables que hacen necesaria la intervención quirúrgica:
- Los síntomas no mejoran después de 3-6 meses de tratamiento conservador.
- Los síntomas empeoran con el tratamiento conservador.
- Se presentan síntomas de cauda equina (disfunción sexual, descontrol de esfínteres, dolor bilateral miembros inferiores y anestesia en silla de montar).
- Déficit de función motora nerviosa (estos dos últimos son motivo de cirugía urgente).
Conclusiones
La decisión del tratamiento debe de ser tomada en base al pronóstico de la lesión y las preferencias de profesional y paciente. Siendo la opinión de ambos igual de relevante en la toma de decisiones. Conociendo los riesgos que implica la intervención quirúrgica, se hace muy necesaria que la elección del tratamiento se haga a la luz de los resultados previamente expuestos, usando la intervención quirúrgica sólo en aquellos casos en los que sea estrictamente necesario.