En entradas anteriores, nos hemos sumergido en el papel de la nocicepción dentro de la respuesta dolorosa. Se dejó claro que nocicepción y dolor no son lo mismo. Sin embargo, esto no quiere decir que la nocicepción no juegue un papel importante en la experiencia de dolor (enlace articulo). Quizás, el mayor ejemplo de cómo la nocicepción puede ser muy relevante en el dolor es cuando se produce un estado de sensibilización central.
Nocicepción, lesiones y dolor
La nocicepción es necesaria para informar a nuestro cuerpo de eventos potencialmente peligrosos que están ocurriendo. Es una de las vías que posee nuestro sistema corporal para la evaluación del estado de los tejidos.
Un cambio repentino del pH del medio interno, como podría ocurrir por la liberación de sustancias químicas tras una rotura muscular, sería un evento detectado por los nociceptores. Estos enviarían el mensaje a través de las vías nerviosas aferentes hacia los centros superiores para elaborar una respuesta (ej. dolor, inflamación…).
Dependiendo del estado del cuerpo y/o de las demandas creadas por la interacción con el entorno en un contexto determinado, la necesidad de obtener una mayor cantidad de información puede llevar a realizar una gran cantidad de modificaciones fisiológicas. En su conjunto, todas ellas son conocidas como sensibilización.
Existen dos grandes tipos de sensibilización, central o periférica. Hoy nos centraremos en la primera, aunque si quieres aprender qué es la sensibilización periférica, te recomiendo que leas esta entrada del blog.
¿Qué es la sensibilización central?
Tal y como hemos mencionado en el párrafo anterior, la sensibilización central hace referencia a un conjunto de cambios o procesos fisiológicos que se dan en situaciones muy particulares a lo largo del sistema nervioso central (aunque se ha investigado también su relación con otros sistemas como el inmune).
El término empezó a ser descrito en personas que sufren de dolor persistente o crónico, lo que pudo llevar a confundirlo con una situación clínica denominada como hiperalgesia. Aunque ambos término pueden estar presentes en una persona con dolor, no son lo mismo.
Sensibilización Central
Conjunto de cambios fisiológicos que llevan a una disminución del umbral de respuesta (ej. umbral de despolarización de la membrana).
Hiperalgesia
Es la disminución del umbral del dolor. Se produce un aumento de la percepción del dolor ante un estímulo inferior o de misma intensidad.
Relación de la sensibilización central y el dolor persistente o crónico
La relación entre el dolor persistente y la sensibilización central se basa en la bioplasticidad en la transmisión del mensaje de peligro (nociceptivo).
Cuanto mayor o durante más tiempo un nociceptor espinal esté activo, mayor será la respuesta al mismo estímulo (o la misma respuesta ante un estímulo menor). Es esta variación en el perfil estímulo-respuesta lo que conocemos como sensibilidad o receptividad.
Los mecanismos que subyacen a dichos cambios son tres principalmente:
Incremento del voltaje basal de la membrana: aumentará la probabilidad de que el nociceptor sea activado debido a que se necesita una menor despolarización. Esta es una adaptación rápida, común y fácilmente reversible.
Incremento de la eficiencia del canal iónico: la apertura del canal aumenta en el tiempo, permitiendo que más iones penetren, y puedan despolarizar al nociceptor espinal más rápidamente. Esta adaptación es un poco más lenta, más complicada de resolver, pero sigue siendo reversible.
Cambios genéticos: se produce un aumento de la densidad de canales iónicos en la pared celular debido a cambios en el ratio de producción de los mismos. Este tipo de adaptación es mucho más lenta y muchísimo más complicada de revertir.
Esta versión de la sensibilización central está basada en los ensayos que han investigado la sensibilidad mecánica (estímulo externo y dolor) en el área de alrededor del evento nociceptivo inicial (enlace artículo).
La persistencia del dolor no puede reducir a la sensibilización central (enlace artículo) . El dolor persistente es caracterizado por una multitud de mecanismos de protección, desde la sensibilización periférica a mecanismos espinales, cerebrales, neurales, inmunes, endocrinos, cognitivos, comportamentales y procesos autonómicos.
Los cambios bioplásticos (sensibilización central) en los nociceptores espinales no pueden explicar la mayoría de los casos de dolor persistente, donde la sensibilidad a estímulos nocivos y no-nocivos se extiende más allá del área corporal que es atribuida al nociceptor espinal que era originalmente. Puede ocurrir que la sensibilidad se extienda por la mitad del cuerpo, o incluso de forma general (ej: fibromialgia).
¿Debe evitarse la sensibilización central? ¿Es mala para la recuperación del dolor?
Si entendemos la sensibilización central como una respuesta adaptativa de nuestro sistema a las demandas del medio (ej. exposición ante un amenaza repetida o necesidad de protección corporal por una lesión tisular), ¿podemos decir que la sensibilización es mala? Quizás dependa del resultado.
Si todos los cambios que se producen durante el proceso de sensibilización ayudan a nuestro sistema corporal a protegernos, obteniendo más información y pudiendo responder de forma más apropiada, la sensibilización es una adaptación positiva.
Esta es una de las reflexiones que he podido hacer tras leer el libro de Álvaro Rodríguez Domínguez, el cual recomiendo a todos los profesionales de la salud.
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2 Comentarios
Claudio Daniel Gigena
el 20 de febrero de 2020 a las 17:30
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