En anteriores entradas hemos visto que en los últimos años la opción de tratamiento conservadora se erige como una posibilidad de tratamiento después de la lesión del ligamento cruzado anterior de la rodilla (LCA). Sin embargo, cuándo empezar el tratamiento es una variable muy influyente sobre la recuperación del paciente.
En la mayoría de los casos, existen amplios periodos de espera sin tratamiento hasta que se confirma el diagnósticos o, incluso, hasta que se programa la cirugía. En la entrada de hoy revisare la relevancia del tiempo hasta el comienzo del tratamiento sobre la rehabilitación de pacientes con rotura completa del LCA.
Cirugía precoz, ¿es la mejor opción tras la rotura del ligamento cruzado anterior?
A pesar de ello, en la actualidad, la tónica dominante es contraria, la reconstrucción precoz es el objetivo ideal tanto de pacientes como de cirujanos, sin embargo, esto no es así. De sobre es sabido que el tratamiento quirúrgico precoz no es una buena elección (artículo), por varias razones:
- No sabemos si se trata de una lesión parcial o total del LCA (es difícil de diferenciar en la RMN en fase aguda).
- Imposibilita la realización de un buen preoperatorio. Sabemos que cuanto mejor sea el estado de la rodilla antes de pasar por quirófano, mejores serán los resultados después de la lesión.
- No sabemos el potencial de curación del ligamento por sí mismo. Sabemos que el LCA tiene capacidad curativa (artículo), sin embargo, la curación del mismo necesita tiempo (hasta años en algunos casos), por lo que la intervención precoz podría ser innecesaria.
- No ha mostrado ser mejor que aquellos que se intervienen a posteriori o aquellos que no se intervienen.
- No es una intervención costo-efectiva.
¿Qué se debe hacer tras una lesión completa del ligamento cruzado anterior?
Debido a la limitaciones que la cirugía precoz del LCA presenta, han llevado a cabo estudios como el de Park y colaboradores, en los que ya se valora si merece o no merece la pena empezar directamente con el tratamiento conservador, independientemente del estado funcional de la rodilla. Este estudio contó con una muestra de 85 pacientes y se estableció un protocolo de rehabilitación gradual similar al de cualquier lesión ligamentosa aguda (ej. esguince).
En las primeras fases, se primó la protección del ligamento lesionado mientras que se paliaron los efectos de la inmovilización y la lesión. Una de las principales ventajas de este estudio es el comienzo precoz del tratamiento conservador. Después de 1 año de seguimiento, el 91% de los sujetos tenían una buena estabilidad pasiva (medida con test ortopédicos pasivos), volviendo gran parte de ellos al nivel de actividad previo. Merece la pena destacar que dentro del seguimiento, de los 14 pacientes que mostraban grandes signos de inestabilidad pasiva, 11 de ellos la recuperaron después de 1 año de seguimiento.
Conclusiones y aspectos prácticos
La elección del tratamiento de LCA debe de ser tomada por el paciente después de un periodo de tratamiento conservador y de información de calidad y actualizada por parte del profesional. En esta decisión no caben miedos de disminución de actividad y posibles consecuencias y demás argumentos de sobra superados ya en la actualidad.
La decisión se debe de postergar mientras que se empieza con el tratamiento de fisioterapia como en cualquier otra lesión ligamentosa aguda. Después de un período mínimo (2-3 meses, aunque no existe un consenso sobre cuánto es el tiempo idóneo), la decisión se debe de tomar en base a la evolución, preferencias y creencias después de un proceso de asesoramiento honesto, de calidad y sin sesgos por parte del profesional sanitario.