El hombro congelado o frozen shoulder es una entidad clínica que afecta a un gran número de personas cada año. Estos pacientes buscan ayuda entre los diferentes profesionales sanitarios con el objetivo de reducir su dolor y mejorar su funcionalidad. Debido a la trascendencia que tiene sobre la calidad de vida quienes lo sufren, los fisioterapeutas se enfrentan a un gran desafío profesional que pondrá a prueba sus habilidades diagnósticas, comunicativas y de tratamiento. En esta entrada hablaremos sobre ello.
¿Qué es el hombro congelado?
El diagnóstico de «hombro congelado» hace referencia a la gran reducción de la movilidad activa y pasiva que un paciente sufre de forma progresiva y sin origen conocido. Además, le acompañan periodos de mayor o menor intensidad de dolor, contribuyendo a una pérdida drástica de la calidad de vida.
Dentro de los diferentes hallazgos sobre los tejidos que puedan contribuir a este cuadro cínico, se ha observado un engrosamiento de la cápsula articular, así como la presencia de inflamación y fibrosis (artículo). Es por todo ello que al hombro congelado también se le conoce por el término de capsulitis adhesiva.
¿Cómo se diagnostica el hombro congelado?
En cuanto a su diagnóstico, a día de hoy no existe un gold estándar para su diagnóstico, basándose este principalmente en la clínica y en el descarte de otra causa que justifique los síntomas. Los criterios diagnósticos principales son los siguientes (artículo):
- Rango de movimiento: El paciente muestra una pérdida global de movilidad activa y pasiva, especialmente rotación externa.
- Pruebas de imagen: No se observan hallazgos radiológicos significativos, por lo que se puede calificar la radiografía como «normal».
- Exclusión de otras patologías: Deben descartarse otras patologías que pudiesen explicar el estado del paciente y su evolución.
¿Cuál es la evolución del paciente diagnosticado de hombro congelado?
Una de las características clásicas del hombro congelado es la historia natural con remisión de los síntomas a los 1-4 años (la media son 30 meses aprox) (artículo). Sin embargo, en esta revisión sistemática de 2017, se concluye que: “existe evidencia contradictoria y falta de soporte para la teoría de la resolución completa de los síntomas sin tratamiento en el hombro congelado”.
Ante esto, se nos plantea una incógnita, si la historia natural tendiera a la remisión, ¿cuál sería nuestra labor como profesionales en el manejo de estos pacientes?. Ya existen precedentes en la literatura en los que se da respuesta a esta pregunta, o más bien, qué es lo que no debemos hacer en el manejo de estos pacientes.
¿Qué podemos hacer desde la fisioterapia?
En este artículo de 2004 se dividieron 77 pacientes con hombro congelado en dos grupos que recibieron dos modalidades de tratamiento diferentes. Un grupo recibía rehabilitación intensiva que incluía ejercicio activo y pasivo por debajo y por encima del umbral del dolor y manipulaciones manuales, el grupo de supervisión mantenida recibió educación en cuanto a la historia natural del proceso y se le enseñaron ejercicios por debajo de los límites del dolor.
A los 24 meses se observó que el 89% del grupo de supervisión alcanzó la función normal o cerca de la normalidad, mientras que el 63% del grupo de rehabilitación intensiva alcanzó la normalidad a los 24 meses. Teniendo esto en cuenta, en el manejo de personas con hombro congelado, la educación y las herramientas de automanejo serán clave para el éxito en el largo plazo, siendo la terapia activa o pasiva por encima de los límites del dolor contraproducente en la recuperación.
Conclusiones y aspectos prácticos
Podemos concluir que el hombro congelado es una patología de la que nos queda mucho por aprender y de la que cada vez conocemos más, sabemos que existen cambios a nivel capsular y que las características principales son la limitación de la movilidad y el dolor de hombro. Además de ello, sabemos que su historia natural podría tender a la remisión pero como profesionales debemos de asumir un rol activo en la recuperación asesorando, guiando para paliar los síntomas sin entorpecer la recuperación con programas de tratamiento agresivos.